Para los que no acaban de ver el valor de la colaboración

“Érase una vez en un reino lejano de Oriente dos amigos que tenían la curiosidad y el deseo de saber sobre el Bien y el Mal. Un día se acercaron a la cabaña del Maestro para hacerle algunas preguntas. Una vez dentro le preguntaron:

-Anciano díganos: ¿qué diferencia hay entre el cielo y el infierno?…

El sabio contestó:

-Veo una montaña de arroz recién cocinado, todavía sale humo. Alrededor hay muchos hombres y mujeres con mucha hambre. Pero los palillos que utilizan para coger el arroz son tan largos, que cuando intentan llevar los granos a sus bocas, estos se caen y su hambre se hace más fuerte. Su frustración es tanta que todos ellos lloran, gimen, se insultan entre ellos. Se empujan unos a otros con tal de tomar un poco más de arroz, en van.

Más tarde, el sabio proseguía:

—Veo otra montaña de arroz tan grande como la otra y alrededor, también hay centenares de hombres y mujeres que quieren comer. Pero todos ellos están felices. Los palillos que tienen son demasiado largos, más que sus propios brazos, sin embargo eso no los detiene para calmar su hambre. En lugar de frustrarse o actuar los unos en contra de los otros, cogen los granos de arroz y se los dan de comer a la persona de al lado. Han aprendido a ayudarse entre ellos y no sienten envidia, ni odio. En vez de preocuparse por lastimar al prójimo, se están alimentando unos a otros.

Los amigos empezaban a comprender lo que el maestro quería decirles.

—No hay tal cosa como el cielo o el infierno, solo nuestras acciones en vida. La Tierra entera podría ser un paraíso si todos pusiéramos de nuestra parte para amar a los demás, en lugar de dejarnos llevar por la ira y el resentimiento. Ustedes pueden llevar el cielo a donde quiera que vayan, expandiendo este mensaje y enseñando a otros a ser amables con el resto. Todos tenemos mucho amor para dar.”

(leyenda china)

Un cuento breve que habla de solidaridad y colaboración para este día de Navidad.

Todos podemos llevar el cielo con nosotros si en lugar de ser individualistas y pelearnos egoístamente por los recursos, pensamos en cómo nos podemos ayudar mutuamente. Hay un detalle importante en el relato. En ambos lugares el arroz es abundante, no es una cuestión de escasez de recursos, sino de aprovechar las sinergias para que todos podamos comer. Tampoco es cuestión de herramientas, pues tanto en el cielo como en el infierno los palillos disponibles son igual de largos. La diferencia está en nosotros mismos, en cómo somos capaces de aprovechar la abundancia y utilizar los recursos a nuestro alcance con creatividad, poniendo el foco no en la competencia sino en la colaboración.

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